martes, 13 de septiembre de 2011 in

EN TIEMPO DE VENDIMIA: SOLOMILLO BRASEADO (I)

La Medusa Paca les va a contar, en tres etapas, el costumbrismo que muchos pueblos de nuestra Iberia entrañable poseen y ponen en práctica a la hora de realizar sus labores agrícolas. Hoy lo hace con la vendimia, labor propia de los días por los que anda el calendario. En otros meses y en otras estaciones temporales lo hará con las propias ya que cada tiempo tiene su afán.

EN TIEMPO DE VENDIMIA: SOLOMILLO BRASEADO (I)

Octubre en el eje del Ebro. Huele a otoño y aparecen las primeras tonalidades ocres en la variada vegetación que cubre  las suaves llanuras a uno y otro lado del río. Son las nueve de la mañana de un día soleado, de cielo azul. El viajero observa una inusitada actividad en los pueblos riojanos, otrora sosegados, que jalonan esta área geográfica. Es época de vendimia. Las cepas muestran orondas su sugerente carga. Es el momento de recoger un fruto que, desde hace siglos, ocupa un lugar relevante en nuestra cultura gastronómica, y urge hacerlo antes de que aparezcan las primeras lluvias del mes.

 Amanecer entre viñas
No obstante, muchos aspectos de esta interesante labor agrícola están evolucionando y los más mayores no pueden evitar una cierta añoranza al recodar otros tiempos. Echan de menos, entre algunas cosas, los madrugones colectivos. "Antes se madrugaba más y salía todo el pueblo a un tiempo, cuando oíamos al alguacil avisar la genérala. Nos quedábamos allí a comer y había gente por todas partes. En las cuadrillas eran habituales las canciones pero hoy, como no sean de gente más mayor, a pocas se ven cantar", recuerda al viajero uno de los viticultores más veteranos.

Los más nostálgicos, también el viajero, no renunciaron a llevarse a la viña la vieja manta a cuadros, las parrillas, una gavilla de sarmientos y las cazuelas con los guisos, rechazando conscientemente la oportunidad que dan los actuales medios de transporte de ir a casa a comer y volver rápidamente al campo, una alternativa quizás más cómoda pero desde luego mucho menos romántica.

Arrieros, aprendiz y carro 
 El viajero, juntamente con la cuadrilla, hizo una breve parada para el almuerzo y más tarde una pausa algo mayor para la comida. Oveja o cordero asados a la parrilla, patatas con carne, bacalao, callos, bonito, y postres de temporada como nueces, higos y uvas, robadas a las cepas, fueron algunas de las viandas más habituales de aquella jornada. (Continuará…)

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