viernes, 21 de octubre de 2011 in

Estación en vía muerta

Estación en vía muerta


La Medusa Paca les cuenta hoy lo que le contaron ayer, en Ezcaray, cuando se detuvo a fotografiar el edificio de su vieja estación del ferrocarril de vía estrecha, hoy convertida en restaurante. Es una bonita y vieja historia, la historia de un tren que circuló entre el 9 de julio de 1916 y el 16 de enero de 1964 por aquella vía estrecha que nació para unir Haro y Ezcaray y que en la actualidad la han recuperado para el disfrute de los sentidos.
Automotor en la estación de Ezcaray. Fondo Juan Manero

Vía verde. Fotografía de La Medusa Paca

Un ferrocarril que se instauró en plena crisis económica, mayor o igual a la que hoy vivimos. Ésta y aquella son épocas distintas. En la del extinto ferrocarril, el viajero narra la de una población rural, muy dependiente de la agricultura, con escasas industrias y cuya población, en la comarca del Oja, rondaba las 25.000 personas, lo que hizo pensar a los promotores del proyecto que éste insuflaría actividad económica y crecimiento, pero se equivocaron. Entre 1910 y 1960, el incremento sólo fue de 2.245 personas.
Paca les cuenta lo que ayer vio y le contaron de aquel ferrocarril que, en años tremendamente convulsos e inestables, fue testigo de la dictadura de Primo de Rivera, de la crisis de Wall Street; atravesó la República, la guerra civil, el franquismo, la posguerra, la recuperación económica... Sobrevivió a todos estos avatares históricos, pero su declive ya se adivinaba desde mucho antes de que en alguna de las estaciones se expendiera el último billete. Fueron diversas las causas y el sueño de la máquina de hierro pronto comenzó a tornarse en pesadilla para los responsables del proyecto, ante la mengua de la rentabilidad.

La Medusa detecta en las palabras de su informador que, el ferrocarril no tuvo los efectos que deseaba el corresponsal de diario LA RIOJA, José Ruiz de la Cuesta, al escribir el día de su inauguración. “Regocijémonos en esta fecha memorable, en la que el ferrocarril se inaugura, porque este día puede ser para nuestro pueblo el punto de partida de un acelerado progreso, de una nueva vida, más rica, más potente y más industriosa”.

Este mismo cronista y en ese mismo diario un 9 de julio de 1916, lo relataba de esta elocuente manera: “En Ezcaray hay mucha animación, pues además del coche correo, llegan hasta 5 y 6 coches particulares…”.

Debió de ser un día de gran júbilo para la comarca. El tren inaugural partió de Haro el 9 de julio a las 9 de la mañana y se detuvo en todas las estaciones del trayecto: Haro-Empalme, Haro-Ciudad, Casalarreina, Castañares, Santo Domingo de la Calzada, Santurde-Santurdejo, Ojacastro y Ezcaray. Realizó los 34 km de recorrido empleando en él 1 hora y 34 minutos, a la asombrosa velocidad de 22 km/h. Y se cuenta la anécdota de que las autoridades que viajaban en el mismo fueron continuamente vitoreadas (con la anécdota de que, en plena Monarquía, en la estación de Castañares, la banda de música municipal interpretó con entusiasmo el himno de Riego).

Una vez inaugurado, los invitados viajaron a Santo Domingo de la Calzada, donde les tenían preparado el ágape correspondiente: entremeses, paella, ternera con champiñón, truchas, merluza con salsa mayonesa, pollos asados, ensalada, vinos de Rioja, champán Lumen, café, licores y habanos.

Mi informador, al contarle al viajero lo que éste les narra, le expresaba la añoranza de los que viajaron en ese tren, también llamado “Bobadilla”. Eran viajes animados, a veces con la bota de vino por medio, y que propiciaban un excelente medio de relación entre las personas. ¿Y cuando el tren patinaba sobre las vías a causa de los muchos escarabajos procedentes de los cultivos de patata próximos, cuando aún no se había desarrollado la comercialización de los pesticidas? Aprovechando esta circunstancia, algunos viajeros se acercaban a las viñas próximas y degustaban, en la época, algunos racimos de uva.

Fondo: Miguel Diago Arcusa

La anécdota, ésta más académica, que el informador contó  fue aquella en la que el profesor don J.A. Martín Tejerizo, en su libro Lecciones de matemáticas, planteaba el siguiente problema a sus alumnos: “El ferrocarril Haro-Ezcaray tiene seis estaciones intermedias y está servido por un autovía de clase única. ¿Cuántos billetes distintos hay que mandar imprimir para atender todas las posibles peticiones de los viajeros?”.

Gracioso o publicista el bueno de don J.A. Martín Tejerizo, tanto amaba a este ferrocarril de vía estrecha que hasta en el antiguo bachiller estuvo presente nuestro simpático tren “Bobadilla”.


Fachada de los antiguos andenes. Fotografía de La Medusa Paca

Fotografías y textos de La Medusa Paca y de los fondos de Miguel Diago Arcusa y Juan Manero. Copyright ©

Leave a Reply

Con la tecnología de Blogger.

Seguidores