lunes, 23 de enero de 2012 in

Un balneario, lugar de luz



Un balneario, lugar de luz

“Que los baños pueden ser
al enfermo beneficio,
mas quien los toma por vicio
tornase medio mujer.
Y el que así vive al revés
sin parar mientes quién es,
es como hombre de manteca,
que mejor le está la rueca
que la lanza ni el arnés”.

 
Si uno tuviera que retirarse o apartarse del mundanal ruido lo haría, no a un balneario opaco y tenebroso, sino a un lugar luminoso y abierto a la recuperación de la esperanza: al “Balneario de la Luz”, así me lo definió mi alcalde, porque uno no está en esa edad en la que otros buscan el abrazo de la carne joven.

Hace unos días, y por circunstancias que no vienen al caso, tuve que trasladarme a mi pueblo, a Grávalos,  y allí me estaba esperando, en la casa de unos familiares comunes, Jorge Abad, alcalde de mi pueblo, de su pueblo y artífice del Balneario de la Luz. Me tomó del hombro, reprochó, por enésima vez, mi tardanza en visitar esta joya del descanso  y me condujo hasta ese manantial que, transformado y ampliado en su belleza, supuso que recordase a Stefan Zweig cuando imaginó al septuagenario Goethe trabando amistad como traspasado de amor por la bella Ulrike von Levetzov, con corazón de diecinueve años, fresca, inocente y platónica durante una cura estival en el balneario de Marienbad como "un momento estelar de la humanidad y, escribiendo los primeros versos de su célebre Elegía de Marienbad. Esa visita dejó atrás aquella vaga ilusión erótica veraniega y terminó en una pasión tan honda que lo impulsó a pedir su mano.

Fotografía Diario La Rioja Sanda Sáinz

El alcalde y su corporación, la corporación y su alcalde han creado, ¡GRACIAS!, un espacio con vistas a la poesía, al descanso, al disfrute y a la recuperación saludable del cansado. Han  recreado aquel amor que surgió en esta entrañable y delicada villa plagada de matices, con olores y sabores de lugar castellano. Ha sido, es y será mi lugar, aquel lugar ambientado para que el afán nos conduzca a contemplar las nubes, oler fragores de tomillo envueltos en romero, padecer y gozar de todas las variaciones climatológicas para contemplar la añeja querencia de lo que fue y vuelve a ser.

Este Espacio de Luz, este sanatorio de salud es, debe ser, será lugar para la contemplación de sutiles cambios anímicos expresados mediante la leve variación de colores y olores entre juguetonas conversaciones con la amada, las situaciones y personajes solitarios deseosos de alterar e imaginar a su conveniencia algunos hechos y pequeños golpes escénicos del ayer y del futuro en estupenda conversación convincente e inesperada.

Este Balneario de La luz está embriagado de tranquilidad y de salud y posee tal embrujo que hasta fluye de entre los vapores de aquella fuente situada en ese edificio central conservado y rehabilitado para expandirse por las alas de nueva creación tanto a la izquierda, zona de agua y baños como a la derecha, zona en la que el viajero descansará, reponiendo fuerzas.

Fotografía Diario La Rioja Sanda Sáinz 

Estoy y les estoy narrando algo de La Rioja más campestre, aquella que desde siempre está en mi retina, esa que durante mi largo caminar, y ya son unos cuantos años , ha estado presente y siempre se me representa en tres postales serranas; la postal de los cerros y pastizales en busca de una naturaleza deslumbrante y coloreada de flor de almendro; la postal de senderos y trochas, montículos y cerros que invitan, sin cobrar peaje, respirar aire purificado con fragancias de tomillo, espliego, manzanilla, té de roca y romero, y la postal de la fuente de aguas sulfurosas con su olor característico imposible de olvidar porque su fragancia está tan interiorizada en nosotros que difícilmente pasa al olvido.

A un paso de este baluarte el viajero podrá visitar "La ciudad blanca" (eso significa Contrebia Leucade) uno de los yacimientos celtíberos más importantes del país, ciudad prerromana, habitada por pelendones y otras tribus y conquistada por los romanos en el año 142 antes de Cristo, citada por Tito Livio en su Historia de Roma, por las llamadas "guerras sertorianas" de los años setenta antes de nuestra era. Pero esto será tema de otro viaje.



Me alegro por mi pueblo. Tiene vida y no estertores de muerte. Alguien no, sí Jorge Abad, acompañado de sus fieles corporativos, ha levantado el portillo de la esperanza para proteger un mucho a su pueblo, a nuestro y vuestro pueblo. Ya no hay soledad, comienza con el Balneario de la luz a florecer este mi pueblo, recostado en la ladera verde bajo Yerga y estribaciones de La Peña Isasa y sierra de la Alcarama. ¡Qué solos se han quedado los pobres bajo la vieja acacia a punto de florecer!

Mi pueblo, como mi corazón, agradece el milagro. Grávalos ni podía, ni debía, ni quería convertirse en un inmenso cantarral para guarida de las alimañas del campo. Lo ha salvado el Balneario de la luz. El paisaje es hermoso. Era el pueblo del balneario derruido y maldito por las circunstancias, ahora ya no. En sus salones y en sus porches debe sonar la música y será preceptivo organizar bailes como antaño y conciertos a la hora del vermut.


Un pueblo no puede morir así como así, mientras aumenta el paro en las ciudades y habitar en esas colmenas humanas empieza a ser insoportable. ¿Pero es que nadie quiere vivir en paz de una manera verdaderamente humana? ¿Alguien está dispuesto a salvar un pueblo, con una cultura y unas tradiciones? Mi corazón esperaba el milagro de poder recobrar las raíces, y lo he comprobado con la mano de mi Alcalde apoyada en mis hombros y reprochándome mi tardanza; pero ésta, querida Medusa, es la crónica viajera más alegre que he escrito en mi vida. Gracias Alcalde.


PD. Lo que sigue a continuación lo escribí en mayo de 1993 y así está publicado en mi libro: AGUA Y SALUD, Historia del balneario de Grávalos 1838-1900.

Detrás de todo esto hay muchos siglos de historia, mucha historia de señoríos, mucha historia socio económica, política y cultural. Toda esta historia, hasta hoy, ha sido historia para el silencio, historia para trabajar de sol a sol, historia para vivir, luchar, hambrear y morir. Pero a lo mejor, en este pueblo, en estos baños, acaba la escondida senda que sigue el que huye del mundanal ruido buscando la descansada vida.
Vamos a recorrerlo en silenciosa y solitaria romería, con singular respeto, para meternos en las entrañas de los hechos; efectivamente, hay hechos con entrañas.

He transformado los textos lo menos posible, incluso numerosos los he arrancado del testimonio original, sea manuscrito o impreso.

Ahí está el Pueblo y su balneario, inmoble como siempre, pensativo, agudizando el oído. Más patinadas sus piedras, más esbarizosos los rollizos de sus callejones en cuesta, más esperanzados los bellísimos aleros de sus tejados.

Han visto ponerse el sol en el mismo punto todos los días de sus vidas. Han visto marcharse a vecinos, hermanos e hijos.

Han sido guardianes de esa memoria que se atesora en las piedras junto al musgo y donde los pájaros vuelan rompiendo el aire quieto y sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día.

Empecemos ya nuestra aventura, tomemos las llaves de la villa, de sus archivos, de su balneario y pongámonos a trabajar. Sólo me resta ya pedir condescendencia para mis benéficos "DUENDES", cortados en sus alas por injustificables trabas administrativas, que han llevado a uno de los más caros aspectos de nuestros Baños al desprecio y al olvido.


Texto La Medusa Paca y Fotografías La Medusa Paca y diario La Rioja. Copyright ©

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