Torre románica de la iglesia de San Miguel YANGUAS
Torre románica de la iglesia de San
Miguel
YANGUAS
Dicen que
allí hubo una iglesia, la iglesia de
San Miguel, hoy sólo queda esta buena torre románica.
Desde la lejanía pareció a los viajeros encontrarse en
Cataluña
y ante una de sus 1.900 iglesias románicas. No fue así y, aunque es un caso
excepcional en estas tierras, si que estábamos ante un monumento con reminiscencias
catalano-lombardas, impropias de estas latitudes.
Estábamos
delante de lo que pervive de unos restos de algo que fue fabricado con sillarejos, con características especiales en sus vanos, especialmente en los ajimeces
superiores.
Estábamos
delante de una obra románica datada en el año 1146, hecho un poco sorprendente
por ser fecha muy tardía para este tipo de construcciones que tuvieron su auge
en el siglo XI y que declinó a comienzos del XII.
Allí
estaba, sola, orgullosa, inhiesta y dominando el Valle regado por el río
Cidacos. No tenía guarda que guardase la llave para adentrarnos en ella, permanece cerrada
y con hartazgo de no haberse cerrado en tiempos pasados en los preceptivos
horarios de sus oficios religiosos. Ahí quedó silenciosa.
Estábamos en Yanguas, pueblo Castellano-Leones de la
provincia de Soria y en los límites con la Comunidad de La Rioja.
Estábamos ante una hermosa villa, diferente,
sorprendente, serrana y albergando en sus entrañas experiencias para añadir a
nuestra memoria. Esta es una sierra mágica, abierta y silenciosa, misteriosa e
imprevisible como las casas de los pobres, cuando descubren íntimos secretos.
Pobre hay que ser, para saber extraer de lo mínimo la riqueza incomparable que
guarda celosamente esta tierra, camino principal de la trashumancia soriana.
Estábamos en el lugar exacto desde el
que los pastores, rabadanes y mayorales, condujeron al ganado hacia las ricas
dehesas extremeñas, manchegas y andaluzas.
Estábamos en el lugar justo donde el
invierno se hace inicio obligando a los merinos a conducir por cañadas,
cordeles y veredas al ganado. Estábamos delante de la repisa del puente donde
se iniciaba el espectáculo de ver cientos de ovejas merinas haciendo que la circulación se paralizase para ceder el
paso al tiempo.
Estábamos y lo aprendimos que, si no esplendorosa,
esta tierra fue hermosa y próspera, preguntándose La Medusa por qué donde hoy
crecen zarzas y aliagas antaño había montes de pasto que alimentaban a más de
un millón de cabezas de merinas. Por qué esta sierra dolorida y silenciosa,
antes la fecundaban profusos valles; por qué los caminos ahora borrados por los
yerbajos, antes los surcaban carretas, llenas de mercaderías, propiciando una
vía principal llamada "Camino de los Yangüeses". Por qué los pastores
fueron obligados a ser labradores y como consecuencia de tal despropósito, abandonaron
el pueblo.
Estábamos ante una tierra bella, reveladora
repentina e inesperada de secretos cuando el viento helador azota estrellándose
contra esas edificaciones serranas en tosca mampostería y rugiendo por esas sus
calles empinadas y empedradas que siendo andadura de ancestral hospitalaria de gente
abierta ahora están acostumbradas a
encontrarse en su visita con ciervos, corzos que visitan este pueblo que, muerto,
dormido o bien despierto, da identidad singular a esta comarca.
Estábamos en ella cuando se acercó un lugareño que,
ante el fluir caudaloso de la fuente del lavadero, nos invitó a volver para
descifrar sus inscripciones. Así lo haremos, lo prometido es, por excelencia,
señorío.
Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©
Preciosos los comentarios sobre San Miguel y sobre Yanguas. Alegra y emociona encontrar comentarios que digan algo así de tu pueblo...!!!gracias¡¡¡
ResponderEliminarMuy buenos días y muchas gracias a usted por haber entrado en La Medusa, haberla leído y haberla comentado.
ResponderEliminarUno escribe para dar a conocer sus vivencias y...para ser leído. Gracias, muchas gracias.