Antes del 22 y también después, los números tienen nombre
Antes del 22 y también
después, los números tienen nombre
Andaba
La Medusa a orillas del Mediterráneo, en ese rincón con encanto que es Santiago
de la Ribera, allá en el Mar Menor, y
tuvo la necesidad, era de encargo, de acercarse a la calle Castilla nº 3 en la
que se encuentra la Administración de Loterías Mar Menor donde se topó con un
“Voceador” intentando colocar a los transeúntes, residentes o vacacionales, “La dama”;
“El clavel”; “El pollo”; “La breva” y hasta “El cartucho”. Pensé estaba loco o
que yo me había vuelto tarumba. Nada más lejos de la realidad. Hablé con él
para que me explicase el vocerío de tal nominación, aclarándome, sonriente él
ante mi ignorancia, que era una peculiar tradición murciana que, desde hace
varias generaciones, servía para darle nombre a los números para que los supersticiosos
o ignorantes siguiesen siendo fieles a ese su número particular en el juego y significado
especial en esa rueda de la fortuna que son los distintos juegos de lotería y cupones de este solar patrio.
La Medusa
quedó sorprendida, perpleja y un poco más sabia: había conocido cien
terminaciones numéricas con el significado que le permitieron, a partir de esa
magistral clase, diferenciar un número de otro y adquirir, a partir de ese
momento, un especial valor para compartirlo con aquellos que los juegan.
Cien
terminaciones diferentes, cien nombres que el pueblo de la huerta, campo y ciudad
conocían y que los más aficionados ludópatas sabían de memoria. Cien nombres expresivos,
de yu-yu y hasta incluso escatológicos. La Medusa comprobó que todavía hay quien solicita al vendedor
un número concreto por el nombre, tanto lo comprobó que vió como un lugareño, no diría
inculto, se acercó al voceador y le pidió varios decimos que terminasen en “El
Infierno”; “El Hospital”: La Iglesia; “La Agonía y también “La Muerte”.
Pero claro,
estando La Medusa en la Región de Murcia, no tuvo otra ocurrencia que solicitar
al vendedor que vocease los números propios del Campo de Cartagena y muy sólicito
accedió y soltó la retahíla de un ¡llevooo!: “La Rosa”; “El Clavel”; “Las Cerezas”; “La
Poma”; “El Melón”; “El Tomate”; “El Pimiento”; “La Lechuga”; “La Zanahoria”; “El
Limón”; “El Albercorque”; “El arroz”; “El Agua” y “La Palmera”. No compré
todos; me hubiera arruinado. Al estar en zona marítima y marinera opté por adquirir esos
que, como el vocero cantaba, eran los últimos que le quedaban y tenía relación
con el Mar Menor: “El Sol”; “La Virgen del Carmen”; “El Navío”; “El Escapulario”
y “El Rosario”.
No aguanté
más, tomé : “La Puncha” y con “El Corazón” de “La Niña Bonita” arreé hacia “España”
pasando por “Alicante” y “Aragón” hasta llegar a tiempo hasta “La
Torre”, tomar “El Caballo”, tocar “La Campana” y “El Tambor” para no caer en “El
Infierno” con “La agonía”.
Adiós y hasta otra amigo vocero.Y es que si no lo narro, termino un tanto torcío y achispado con “El Borracho”.
Adiós y hasta otra amigo vocero.Y es que si no lo narro, termino un tanto torcío y achispado con “El Borracho”.
PD. Cuando
me marchaba un agricultor, lo conocí por su forma vestir, oí preguntaba, al que
cantando pregonaba los números, si le había guardado “La Paella” .
-Sí le contestó, al tiempo que introducía su mano en el bolsillo de su chaqueta. Se lo enseñó y quedé extrañado: aquella "Paella" no era
más que un papelito.
Texto de La Medusa Paca. Copyright ©
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