miércoles, 19 de diciembre de 2012 in

Antes del 22 y también después, los números tienen nombre



Antes del 22 y también después, los números tienen nombre


Andaba La Medusa a orillas del Mediterráneo, en ese rincón con encanto que es Santiago de la Ribera, allá en el Mar Menor,  y tuvo la necesidad, era de encargo, de acercarse a la calle Castilla nº 3 en la que se encuentra la Administración de Loterías Mar Menor donde se topó con un “Voceador” intentando colocar a los transeúntes, residentes o vacacionales, “La dama”; “El clavel”; “El pollo”; “La breva” y hasta “El cartucho”. Pensé estaba loco o que yo me había vuelto tarumba. Nada más lejos de la realidad. Hablé con él para que me explicase el vocerío de tal nominación, aclarándome, sonriente él ante mi ignorancia, que era una peculiar tradición murciana que, desde hace varias generaciones, servía para darle nombre a los números para que los supersticiosos o ignorantes siguiesen siendo fieles a ese su número particular en el juego y significado especial en esa rueda de la fortuna que son los distintos juegos de lotería y cupones de este solar patrio.

La Medusa quedó sorprendida, perpleja y un poco más sabia: había conocido cien terminaciones numéricas con el significado que le permitieron, a partir de esa magistral clase, diferenciar un número de otro y adquirir, a partir de ese momento, un especial valor para compartirlo con aquellos que los juegan.

Cien terminaciones diferentes, cien nombres que el pueblo de la huerta, campo y ciudad conocían y que los más aficionados ludópatas sabían de memoria. Cien nombres expresivos, de yu-yu y hasta incluso escatológicos. La Medusa comprobó que todavía hay quien solicita al vendedor un número concreto por el nombre, tanto lo comprobó que vió como un lugareño, no diría inculto, se acercó al voceador y le pidió varios decimos que terminasen en “El Infierno”; “El Hospital”: La Iglesia; “La Agonía y también “La Muerte”.

Pero claro, estando La Medusa en la Región de Murcia, no tuvo otra ocurrencia que solicitar al vendedor que vocease los números propios del Campo de Cartagena y muy sólicito accedió y soltó la retahíla de un ¡llevooo!: “La Rosa”; “El Clavel”; “Las Cerezas”; “La Poma”; “El Melón”; “El Tomate”; “El Pimiento”; “La Lechuga”; “La Zanahoria”; “El Limón”; “El Albercorque”; “El arroz”; “El Agua” y “La Palmera”. No compré todos; me hubiera arruinado. Al estar en zona marítima y marinera opté por adquirir esos que, como el vocero cantaba, eran los últimos que le quedaban y tenía relación con el Mar Menor: “El Sol”; “La Virgen del Carmen”; “El Navío”; “El Escapulario” y “El Rosario”.

No aguanté más, tomé : “La Puncha” y con “El Corazón” de “La Niña Bonita” arreé hacia “España” pasando por “Alicante” y “Aragón” hasta llegar a tiempo hasta “La Torre”, tomar “El Caballo”, tocar “La Campana” y “El Tambor” para no caer en “El Infierno” con “La agonía”. 

Adiós y hasta otra amigo vocero.Y es que si no lo narro, termino un tanto torcío y achispado con “El Borracho”.

PD. Cuando me marchaba un agricultor, lo conocí por su forma vestir, oí preguntaba, al que cantando pregonaba los números, si le había guardado “La Paella”  .
-Sí le contestó, al tiempo que introducía su mano en el bolsillo de su chaqueta. Se lo enseñó y quedé extrañado: aquella "Paella" no era más que un papelito.


Texto de La Medusa Paca. Copyright ©

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