sábado, 3 de enero de 2015 in

El Taco-Calendario del abuelo


El Taco-Calendario del abuelo


Leo lo que sigue en esa hojita que acabo de arrancar del Taco-Calendario del Corazón de Jesús y que me da entrada a escribir sobre ese mi recuerdo que tengo del Taco.

LAS ESTACIONES DEL AÑO

Cuatro estaciones colman la dimensión del año;
cuatro estaciones obran en la mente del hombre:
su intensa primavera, cuando la fantasía
recoge en su amplio seno todo lo que es belleza;
su verano, en que gusta rumiar plácidamente
ideas juveniles como alimento dulce
de primavera, y estos ensueños le aproximan
lo más cerca del cielo; tranquilas ensenadas
tiene el alma en su otoño, cuando, desocupado,
cierra el hombre sus alas, contento ante la visita
de las brumas, y deja pasar inadvertidas
las cosas bellas como cuando fluye un arrollo
junto a su puerta. Y tiene su invierno deformado,
pues su naturaleza mortal así lo exige.
(John Keats)

En contraste con el poema adjunto el siguiente texto, que me gustó, y que guardé en mi cuaderno de notas del año 2005. No tuve la precaución, cosa poco común en mi orden, de guardar esa hojita ni anotar la procedencia, ni constatar el día. Lo siento por el autor, que no pasará a la historia universal por un descuido mío, ya que todo lo que no figure en este Blog, que se lee en el mundo mundial, es como si no hubiera existido. El texto habla de una quinta estación, y es bien bonito.

“... ¿Odias entonces las estaciones del año Tucholsky?
No, yo tengo una estación favorita: la quinta. Ha terminado el verano y la cosecha ha sido almacenada, la naturaleza se tumba como un caballo viejo que se estira en el establo, ha terminado el verano y el otoño aún se retrasa.
Amo, sobretodo, ese momento en que la tierra parece contener la respiración. En la luz clara hay tonalidades negras, bajo las hayas un intenso oro viejo, en las cumbres un azul ciruela. No se mueve ni una hoja. El silencio resuena como una melodía. El lago parece pintado. Una barca se desliza en el río. Cualquier deber, por urgente que sea, puede esperar...Amo estos días, ni verano ni otoño, en que flota en el aire, en que mana de mi corazón un presentimiento optimista de la muerte, un reconocimiento alegre del final”.

Tres calendarios llevan acompañándome desde hace unos años: el Zaragozano del que ya se ha escrito en estas páginas, por cierto batiendo todos los records de lectura; El Calendario del pagès o también llamado Calendario del ermitaño de los Pirineos, descubrimiento en mis andanzas de viajero y en conversaciones, los días de mercado, por la capital de la comarca catalana de la Baja Cerdaña; y el almanaque del Corazón de Jesús, que en mi pueblo y familiarmente lo llamábamos “El Taco” y que lleva presente y día a día en las casas y sociedad rural desde 1886. Los tres están presentes y presiden esas mis dependencias de esta mi casa de pueblo, que no rural. 

Mi abuelo Arcadio, que era hombre de campo, de mercado y feria, siempre tuvo al Taco delante, allí en su cuarto-tienda, y colgado, más bien pegado con engrudo en esa balda vertical de su carcomida estantería situada a su derecha para así poder verlo, leerlo, pasar la hoja o arrancarla en su diario quehacer, comprobar las fechas de los mercados, leer sus refranes y hasta su santoral que no sé por qué,  siendo él un tanto escéptico, sin llegar a ser agnóstico, en todas sus creencias. Pienso, no lo hablé nunca con él, que el  taco de su calendario, era para su experiencia como una sentencia,  mezcla de amor, odio, avaricia, orgullo y utilidad que le guiaba a prestar exclusiva atención a la sabiduría que esas hojitas contenían porque, en tiempos de lecturas tan escasas como inanes, lo mismo albergaban, y así siguen, a Platón que a Molière y a Chateaubriand que a Balmes. Es triste que fuera del mundo agreste no existan esos amables tacos y sí  agendas. Quizás por eso, como sentenciaba mi abuelo, los no agrestes ven pasar el tiempo por semanas en vez del día a día.

Este Taco humilde, añoso, me cuentan, nació a finales del siglo XIX, cambiando por tanto dos veces de siglo y una de milenio. Y aquí sigue, impertérrito en la brecha, cumpliendo 125 años, bien que lo celebro y lo haré con las carcajadas que me proporcionan esas bromas, que en él aparecen, de Pepe y Charly, dos protagonistas habituales de la guasa que nos hacen sonreír y hasta soltar la carcajada al leer esa galería de chistes semanal, siempre apta para todos los públicos. Todo esto siempre en el reverso de la hojita diaria. ¡Qué longevidad y qué encanto!

Su origen fue humilde, como humilde producto destinado a estar entre los peroles de esos fogones humeantes, grasientos, de humildes y chicas, muy chicas, cocinas de pueblo en las que los labradores se reunían a echar el invierno en comunidad familiar y asentar todo lo notable de los quehaceres y laboreo campesinos; de los ritmos de la agricultura, los calendarios de ferias, de los días de fiestas mayores, los mercados semanales de nuestra España, las predicciones meteorológicas, de los datos astronómicos como son las fechas de los eclipses de todo el año y la visibilidad de los planetas y el santoral religioso anual; de las siembras y plantaciones, de las formas y tiempos de aciemar la tierra, de las épocas y formas de poda, recogida de frutos y hasta de colorear esos días hábiles en los que había que conducir a la cerda hasta las dependencias del verraco y anotar y hasta apostillar, para no equivocarse, los días de abstinencias y ayunos. Sus diminutas dimensiones, 10x6 cm., no habilitaban al almanaque para adornarlo con frivolidades ni con azafatas con poca ropa, ni bomberos musculosos, solo consejos útiles. Era y sigue siendo el calendario más tradicional. Todo ello aderezado con un buen puñado de refranes populares A eso hay que añadir la creciente generalización en la Iglesia española de la devoción al Sagrado Corazón y al Apostolado de la Oración, un doble movimiento que fomentaba la práctica religiosa de la oración diaria, la confesión y comunión frecuentes. Así que nada tiene de extraño que triunfara una publicación sencilla, necesariamente breve por su tamaño y propósito, que combinaba las informaciones de utilidad (el día y el mes, datos astronómicos, fases de la luna, el santoral del día) con otros temas de cultura y entretenimiento (frases o máximas célebres, chistes, refranes y proverbios, poesías, temas devotos, breve comentario a las lecturas bíblicas dominicales, curiosidades, conocimientos, higiene…). Todo ello en un estilo llano y sencillo que permitía su lectura a cualquiera que hubiera ido a la escuela aunque fuera por poco tiempo. En muchos hogares en los que no había ningún libro estaba presente el Taco que, a veces, el pequeño de la casa leía en voz alta para que los padres o abuelos analfabetos pudieran conocer su contenido.


Me cuentan que al hermano jesuita-creador el primer Taco le pareció no demasiado honesto, poco edificante y hasta los chistes le parecieron al buen hermano no ya picantes, sino indecentes. Así que, ni corto ni perezoso, tiró el taco al fogón en un espontáneo auto de fe.

Bien porque el cocinero puso un viernes carne en vez de pescado o bien porque el P. Rodeles advirtió su desaparición, lo cierto es que éste le pregunto:

-Hermano Iraeta, ¿qué se ha hecho del calendario que le traje?
-¿El taco ése?, Respondió el cocinero vasco. ¡Está ardiendo en el infierno! Le he dado su meresido, lo he echado al fuego. No se podía leer. ¡Traía cada chiste…! ¡Vaya indesencia!

-No sería para tanto, hermano.
-No lo sabe Vd. bien. Una porquería. Y, a propósito, ¿no podían ustedes, los padres del Mensajero, haser un calendario que en vez de insulseces trajera cosas buenas y no sinsorgadas?

El padre Rodeles se quedó sorprendido:
-Caramba, ¿sabe usted que no ha dicho ninguna tontería? Es una idea estupenda, tenemos que estudiarla.
Tras considerarlo y medir las fuerzas de los redactores de la revista se decidió acometer la empresa.

Y es así como surgió ese contenido breve, acomodado a una generación poco dada a leer obras largas y prolijas. Ahí está y así como  el mundo no se para, el Taco, tampoco. Lo que empezó entre fogones hace ciento veinticinco años por obra y gracia de una “ocurrensia” del Hermano Iraeta yo lo tengo colgado delante de mis ojos y no con engrudo. Hay Taco…para rato.

Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©


2 Comments So Far:

  1. En la fecha 8 de octubre del 2009 hice esta entrada en mi blog: http://minernm.blogspot.com.es/2009/10/las-estaciones-humanas.html?showComment=1420276365880.
    Y ahora tengo un taco que no me aclaro. O está en el taco o en el blog bajo Copyright.¡Vaya taco de taco!

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  2. Si hay que pedir perdón por lo del taco que se ha armado, se pide y punto. Ahora bien: 1º.- Quien es el que tiene la exclusividad para citar a John Keast?


    2º.- Por qué no se puede citar ese párrafo anónimo en el que Tucholsky divaga sobre una quinta estación?


    3º.- cómo es posible que el post de La Medusa con 1431 palabras no tenga un Copyright © distinto al de su post que aparece con 366 palabras de las cuales sólo 87 parecen ser originales.


    Y 4º.- La Medusa Paca se limitó a recoger la cita que tenía anotada en su cuaderno y que a su vez recogió de la revista “El Mensajero del Corazón de Jesús” que los padres Jesuitas editan en la Universidad de Deusto.

    Si por esto hay que pedir perdón, ya está hecho.


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