La Paremia de febrero
La Paremia de febrero
“En febrero, busca la sombra el perro, el
cochino el aguadero y el buey el cucadero”
Paremia según el Diccionario de
la Real Academia de la Lengua es un refrán, proverbio, adagio, sentencia, es
decir, un dicho agudo y sentencioso de uso común que en algunos casos aparece
como breve y hasta con carga moral.
Si mi agricultor tuviera que
elegir uno que marcase la idiosincrasia de su pueblo se iría hasta ese refrán del
siglo XVI que responde a la actitud de nuestro pueblo español y sus
celebridades a lo largo de la historia. “Mantenerla y no enmendarla”.
Mi agricultor intuye al refrán
como el método más acabado de pedagogía y sabiduría popular ya que en ellos se
acumulan siglos de experiencia y piensa que quizás sean los meses de invierno
los meses más propicios en la creación del refranero. Puede que nuestros
antepasados, ya clásicos o modernos, cultos o vulgares, en sus siglos de
experiencia, gozasen del tiempo necesario para construirlos, inventarlos o
extraerlos de sus libros de lecturas junto al calor de esa lumbre en el hogar
invernal ya que “En febrero, más en casa, que en el hero”.
Eran las cocinas de mis tiempos,
también las de mis antepasados, lugares de puesta en común, inventiva de toda
creatividad refranera para después almacenarlos y guardarlos en esa libreta de
tapas de hule negro que, siempre fueron almacén de sentido común , guardarropía
de filosofía práctica, silabario de la vida social y cultural de la sociedad
rural o campesina, compendios de ilustrados métodos pedagógicos de sociología,
pensamientos y sapiencia labriega y manantial de consejos y advertencias de
múltiples situaciones labriegas.
Hay quien sitúa sus orígenes en la cultura
arábigo-andaluza, también en las fuentes orientales, hay quien se lo carga a la
dulce herencia grecolatina. Soy de los que piensan por lo escuchado y
participado en las conversaciones con mis mayores en los duros inviernos
castellano-riojanos que los refranes, proverbios, adagios o sentencias tienen su
árbol genealógico en el ámbito rural, en su vida cotidiana y, fundamentalmente,
en aquellas consejas invernales, primaverales, veraniegas y otoñales celebradas
al amor de la lumbre, con un vaso de vino tinto o clarete y alrededor de esas
viandas de subsistencia salidas de sus corrales y presentadas como deliciosas y
gratificantes. Pero, ¡cuidado!, no debemos olvidarnos de las
aportaciones que nuestros clásicos, los maestros del siglo de oro, nos
aportaron. ¿Qué decir de Cervantes y su Don Quijote y Sancho Panza? ¿Por qué
callar las aportaciones de Rinconete y Cortadillo? ¿Por qué no difundir bien
por el habla, eso que es transmisión oral, o por escrito esas paremias
populares que ahí están, como también en numerosos documentos que desde la Edad
Media y que rondan hasta nuestros tiempos por las baldas de nuestras bibliotecas
acumulando polvo, telarañas y hasta humedad? ¿Y por qué no volver a leer,
teniendo al lado un cuaderno de notas para la posteridad, esas grandiosas obras
literarias como La Celestina o el Lazarillo de Tormes?
“Me asomé a la ventana y en lugar de jardín
hallé la noche
enteramente constelada de nieve
La nieve hace tangible el silencio y es el
desplome de la
luz y se apaga
La nieve no quiere decir nada: Es sólo una
pregunta que
deja caer millones de signos de
interrogación sobre el
mundo.” (José E. Pacheco)
Y aquí quedo hoy pensando, para
ver si con mi invocación llega, en aquello de lo que este invierno estamos
careciendo, en esa verdad dichosa que atribuye a los mantos blancos efectos
benéficos para el campo: “Año de nieves, año de bienes”. Lo hago para por
mi reclamo hacer honor a Miguel de Cervantes cuando le dijo a Sancho:
“Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son
sentencias sacadas de la mesma experiencia”. Y aceptar esa advertencia que,
también Cervantes nos advierte para entender su contenido, porque “el refrán
que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia”. Un refrán
inoportuno, dice mi agricultor, de ahí la importancia de entender su contenido,
porque un refrán inoportuno es como un chiste contado sin gracia.“Y ten cuidado, enfrenta la
lengua; considera y rumia las palabras antes de que salgan de la boca” y “se
templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni
cumple palabra”. Vale.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright ©
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