¡Feliz descanso!
¡Feliz descanso!
“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico
museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. (Jorge
Luis Borges)
Mi agricultor se retira de
vacaciones por dos meses. Les promete que algunas de esas cosas que verá y
contemplará durante esta época acabarán, a la vuelta, saliendo aquí. Él sabe,
desde que está en el blog, que es un androide con cuota de volcar aquí una
parcela de su realidad.
Mi agricultor se retira a hacer
memoria que como dice Borges, “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo
de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Es decir, somos lo que
hemos vivido, somos lo que recordamos, y acaso el mejor dispositivo cerebral o
del corazón para recuperar la memoria de las cosas y revivirlas, y así volver a los lugares de la infancia. Es lo que intentaré hacer en estos dos
meses de ausencia, cargados de futuro.
Mi agricultor desea comprobar si
nuestros pueblos están vacíos. Y si es así, probablemente lo será, será terrible,
será doloroso ver esos campos por donde corre el viento en busca de ortigas
secas o de palillos sin dientes, vacíos de todo. Igualmente desea verificar y
adentrarse en el olvido y en la melancolía de esos pueblos, nuestros pueblos,
porque son nuestros, ¡recuérdenlo!, en los que las dovelas se caen porque no
tienen otra cosa que hacer. No importa, dirán algunos, así serán el perfecto
abrevadero para los poetas románticos, y que Antonio Machado inmortalizara para
siempre en sus “Campos de Castilla”, 1912, sobre los que ya pesa el centenario
de su publicación.
A los campos de Antonio Machado
es a dónde quería llegar. Fue allí donde él nos dejó símbolos tan imperecederos
como la simpleza de un camino, ese que se hace al andar y aguardar un
caminante, porque al final todos los caminos nos llevarán a ese mar en el que
ahora estoy y donde allí nos hemos de encontrar todos, hasta el más pintado,
ligeros de equipaje.
Y ¡cómo está el campo, acabo de
verlo! Está como para que lo descubran y hasta lo invadan los de la ciudad. No preocuparse,
aunque los pueblos se mueran, nos queda la tierra. Está para que los recuerdos
broten a borbotones. Está ya como animándome a anotar a un número
indeterminado de olas, a ese viejecillo con pañuelo en la cabeza, a esa roca
marina en forma de camello con la que quedo a mirar el mar. También habrá
anotaciones sobre alguna ciudad polvorienta y luminosa, sobre pájaros, bares de
barrio y amigos, algún amigo, escasos, pero excelentes. Anotaré charlas en torno
a una partida de mus e intentaré ponerles emoción a mis anotaciones, positivas sensaciones
y sentimientos, aunque sean del pasado y muchas veces estén idealizados, pero
no por eso menos reales. Mi lote de realidad será como el que vuelca ese capacho
lleno de uvas que volverá a ser cuando éstas hayan salido del envero y la
vendimia esté a punto de sazón. Y es entonces cuando me olvidaré de todo recordando
a Antonio Machado cuando escribió aquello de:
“Nuestro español bosteza.
¿Es hambre? ¿sueño? ¿hastío?
Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
El vacío es más bien en la cabeza”.
¡¡¡Felices vacaciones a todos!!!
Nos volvemos a encontrar en septiembre cuando asome la vendimia. Vale.
Texto y fotos La Medusa Paca. Copyright
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