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miércoles, 21 de junio de 2017 in

Adiós y…a descansar en vuestras mañanas de verano





Adiós y…a descansar en vuestras mañanas de verano
“Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
deténte en los emporios fenicios,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más perfumes sensuales puedas,
ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de los instruidos”. (Constantino Cavafis, Itaca)

El verano, amigo mío, es la mejor estación para no hacer nada y, sin embargo, entre sus seculares alicientes, se me ofrece como marco ideal para la introspección y el reposo teñido de noble vagancia. En los próximos días no haré nada, absolutamente nada, excepto decidir que no voy a ninguna salida en bicicleta ni a ninguna excursión nocturna para ver estrellas fugaces ni a participar en ningún torneo ni competición deportiva. Me levantaré algo más tarde que de costumbre, saldré al jardín a observar displicentemente a ese cotidiano arrendajo gordo picoteando en el comedero de los arbolitos. Luego dejaré vagar la mirada por las copas de las altas y esqueléticas palmeras y de ahí seguiré hasta al cielo a ver pasar una nube, si pasa, y tratar de discernirle, sin esforzarme demasiado, una forma. Me entretendré luego con el vuelo de una libélula mientras sopeso regar los bonsáis. Bueno, seguro que aguantarán hasta mañana con la que está cayendo. Una suave brisa, si alienta, provocará un interesante movimiento en la rama de ese solitario pino del parque donde recogeré una piña y estudiaré la delicada forma en que la ha roído esa amiga ardilla. Y, sin darme cuenta, ya casi habrá pasado la hora del desayuno. Me volveré a quedar sin diario y sin pan recién salido del horno. Se me olvidará cargar el móvil, aplazaré un día más echar al contenedor de los papeles mis amontonados periódicos. Y a este paso, tampoco estos días, me va a dar tiempo de ir a mi ordinario paseo: es igual porque a lo mejor me tuesto. Iré a tomar ese baño de sal, tomaré un verdejo y sorbito a sorbo contemplaré a esa secular colonia de veraneantes históricamente endogámica, beata, pretenciosa, cotilla y maledicente. Y seré consciente de que ya es casi la hora de comer. Y me daré cuenta de que hoy la Medusa emprende un largo viaje solicitando que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. Quizá este verano no difiera demasiado de todos los veranos, quizás se parezcan, con su mezcla de guerra, paz, silencio, playa, viajes, felicidad, hastío, ese que a los románticos ingleses condujo a encontrar esa buena inspiración.

Por estas mismas razones o sinrazones…, hasta septiembre. Vale.

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

miércoles, 14 de junio de 2017 in

Bien en la vida






Bien en la vida

Quisiera ser el nogal
dentro del boscaje humano,
como él, recio y altivo,
señorial, adusto y magno.
Ser el fruto mientras viva
y como el tronco del árbol,
precioso don en la vida
aun por cansancio tronchado.

****
Me da horror ser en el mundo
cual lancha que cruza el lago,
dejando una leve estela, que al borrarse,
no acusa huella del paso…

****
Quiero ahondar en las entrañas
de la tierra, cual la reja de un arado
y hundir la feraz semilla
del verso que tanto amo…

****
Morir? Que la carne muera,
mas no mi alma…
Acaso
mis palabras sean consuelo
cuando pasen muchos años…

¡Quiero hacer bien en la vida
aun por la muerte tronchado…!


PRJP. N.º 7 Santiago de La Ribera, 11 de junio de 2017, festividad de san Bernabé y la Santísima Trinidad.

miércoles, 7 de junio de 2017 in

Hombres del campo






Hombres del campo

“Por mi sangre han crecido árboles altos
y vitales acequias, densos soles,
y si muerdo la fruta me estremece
su sustancia ancestral, su dulce origen,
y me crujen los dientes y me aflora
un hilo de saliva estimulante.
No he pisado otra cosa que esta tierra
de la que Tú me hiciste, y me subyuga
su cósmica atracción irresistible.
Quiéreme un poco así si tal me has hecho.
No desdeñes el barro que formaste
y al que infundiste aliento y le encendiste
una cálida brasa entre cenizas
que desde siempre le llamamos alma
por su eterna inquietud, ardiente, insólita.” (Francisco Sánchez Bautista)

Hombres del campo, los míos, los de mi pueblo, los de mi tierra mantienen dolorosamente la esperanza. Hombres de campo, sabios y pacientes, los de con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Hechos al polvo y a la pena, con la copla sin alegría, pardos, contra el suelo, surco va, surco viene, ya al arado, ya a la hoz o al azadón uncidos a la tierra, nobles hombres del campo, los míos, los de mi pueblo, los de mi tierra, en el olvido y en la desesperanza.

Me cuentan y lo he sentido que habéis vivido, ahora menos, como se puede, malamente, y manteniendo dolorosamente la esperanza, nadie sabe de qué. Hombres de campo, sabios y pacientes, los míos, los de mi pueblo, los de mi tierra, hombres de campo, esos que tienen los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.

Os he visto y os he contemplado y hasta admirado siempre cerca de la tierra, apenas os saca de ella esa hora en la que el mundo se dora, el aire se hace ingrávido, la noche alegre y amáis. Luego os anuda la carga del amor, hasta que se os arrugue la cara, se os haga pesado el andar, se os endurezcan las manos y se tuerza vuestra sonrisa. Hombres del campo, los míos, los de mi pueblo, los de mi tierra, los que mantenéis dolorosamente la esperanza, hay demasiado, mucho que esperar. Mantenéis amarga y dolorosamente la esperanza.

Y ahí continuáis: al frio y al calor. Y seguís congelados y lo gélido siempre os conduce, pisoteando caminos polvorientos, seguir al calor, al relente de la noche y a la chicharrera del mediodía. Y en nuestros y vuestros pueblos, sobre un vallado vestido de blanco, existe ese lugar seguro y pobre donde la tierra os persigue y os hace suyos para siempre. Vale.

“Tiene el cansancio
prendido en su pecho;
secas, ruinosas, sus raíces;
largas sombras ahogan
el temblor de la música.
una noche sin limite
frente a los caballos ensillados.”
(José María Campos Cayuela)

Texto y fotografías La Medusa Paca. Copyright ©

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